Calderas de condensación

El uso de estas calderas se traduce en un aumento del rendimiento del 15% respecto a las calderas convencionales. Esto permite reducir el consumo y la reducción de la emisión de gases contaminantes para un grado de confort idéntico.

¿Te das cuenta de la cantidad de calor que constantemente se desecha por las chimeneas a través de los humo, de combustión? ¿No sería posible aprovechar ese calor para calentar, al menos en parte, el agua de las calefacciones y el ACS?

Pues claro que es posible y eso es lo que logran precisamente las calderas de condensación, reducen la temperatura de los humos hasta provocar la condensación del vapor de agua contenido en ellos. En este proceso de condensación los humos ceden el calor latente del vapor de agua, que es transmitido al agua de la caldera.

¿En qué consisten estas calderas?

Imagina una caldera convencional con un serpentín enrollado a su chimenea, si hacemos pasar por él agua, esta se calentará al salir los humos, a la vez que se podrán producir condensaciones si la temperatura de los humos baja en exceso (figura 68).

En la práctica es posible acoplar un condensador adicional en serie con la caldera (figura 69) aunque en las murales, lo habitual es que éstas lo lleven incorporado.

Para que una caldera de condensación trabaje al máximo rendimiento, la temperatura del agua de retorno tendrá que ser más baja que la temperatura de rocío de los humos y por ello, el sistema de calefacción más adecuado para su aprovechamiento es el de suelo radiante, lo que no quiere decir que no se mejore el rendimiento respecto al de una caldera tradicional en un circuito de radiadores.

El mayor problema que se presenta en el diseño de estas calderas, es el de la posible corrosión que puede sufrir el intercambiador al entrar en contacto con los ácidos producidos en la condensación (ácidos nítricos y ácidos sulfurosos según el combustible), es por ello que en su fabricación se emplean materiales como el aluminio o el acero inoxidable.

Además, tendremos en cuenta que hemos de conectar la salida de condensados a un desagüe en el que estos deberían ser tratados antes de enviarlos a la red de alcantarillado.

A continuación se enumeran algunos de los criterios fundamentales que debes tener en cuenta para llevar a cabo la selección de una caldera mural:

 

  •   Lo primero que has de concretar es el combustible a utilizar, que podrá ser: un gas, (propano o gas natural), un combustible líquido (gasóleo) o un sólido.
  • Otra decisión a tomar será la de instalar una caldera mural o de pie y si será mixta o solo de calefacción.
  • En caso de elegir una caldera mixta tendrás que solventar otro dilema ¿mejor una caldera instantánea o de acumulación? recuerda que si el suministro de ACS debe abastecer un caudal de agua elevado, son más adecuadas las calderas de acumula-ción y también más caras.
  • ¿Mejor condensación o convencional? aunque las primeras ofrecen un mayor rendimiento, su coste es más alto y es posible que no se amortice en el tiempo deseable, por tanto, dependerá del uso y las características de la instalación.
  • La marca de la caldera también se debe valorar, aunque no olvides que dejando a un lado las preferencias personales, siempre existirán varios modelos que cumplan las perspectivas de precio y prestaciones requeridas.
  • Finalmente deberás hallar la potencia que te ha de dar la caldera para abastecer las necesidades del circuito de calefacción y de ACS, recuerda para ello los cálculos realizados en la unidad didáctica’, en la que determinábamos la potencia de los radiadores de la vivienda. La potencia de la caldera será:
    • Potencia mínima de la caldera = Potencia de radiadores + 10 %

 

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